Directrices Para el Planeamiento Estructurante de Managua (Nicaragua)

Este documento es fruto de una colaboración con una consultora española como directora del trabajo realizado por encargo del Banco Interamericano de Desarrollo. Managua después del terremoto de 1956 quedó prácticamente derruida en su zona central, sin que se procediera a su reconstrucción, se produce así un gran vacío urbano en que solo hay ruinas y malas hierbas. La ciudad aparece fragmentada, donde coexistían “community gates” próximas a centros comerciales, donde se concentran las viviendas unifamiliares para la clase media-alta y empezaban a aparecer edificios de oficinas y hoteles, amplias áreas de viviendas autoconstruidas, sobre terrenos de dudosa propiedad y parcelaciones ilegales, con una urbanización incipiente, zonas industriales periféricas dedicadas a la maquila y grandes áreas de mercado en algún caso altamente inseguras.

El problema básico para poder actuar de manera planificada tenía mucho que ver con la propiedad de la tierra y los problemas geológicos del territorio, numerosas fallas sísmicas se sitúan en los terrenos que ocupa la edificación que al igual que la presencia de zonas inundables hacen que la ciudad esté en permanente riesgo. Todo ello además sin disponer de una cartografía adecuada.

El trabajo tenía un carácter propositivo lo que exigía la realización de un diagnóstico preciso a través de la detección de los principales problemas y la emisión de unas directrices que permitiesen conducir a una planificación urbanística por medio de unas propuestas estructurantes, con exclusión de las zonas de riesgo, propuestas de realojo, previsión de nuevos terrenos edificables y la resolución de los problemas de dotación de infraestructuras y equipamientos para una población importante atraída por la oferta de trabajo en la capital.